
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
Todo sucederá¡¡¡ hasta podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás, jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
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El amor y la locura siempre van de la mano¡¡¡¡¡
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ANDALUCIA
Pescadería y Chanca,
alto Almanzora.
Mónsul y Media luna...,
arena mora.
En tu bahía,
y en tu roja Alcazaba
sueño, Almería.
Carnavales de Cádiz...
sentir de azahar.
Jicarilla de plata
templada al mar.
Flores de mayo
aldabean tus campos
y tus caballos.
Tiene tu serranía
miel de romero.
Campaneo de fiesta
en tu sombrero.
Luz de alminares;
Córdoba y su mezquita
en mis cantares.
Generalife y Alhambra,
embrujos moros.
Entre el Darro y el Genil.
corren tus lloros.
Luce Granada
de tomillos y nieve
Sierra Nevada.
Tierra llana, medialuna,
gitana bella.
De azófar el Río Tinto
pintó tu enseña.
Junto a tu parra,
Huelva, son de fandango,
eres guitarra.
Cimbra de San Lorenzo,
trigos y olivos.
Guarda Sierra Morena
vientos cautivos.
Entre alfajores,
Jaén; jara y romero,
viste de flores.
San Pedro de Alcántara
sol y verdiales
Miramar y Alcazaba...,
sentimentales.
Málaga hermosa;
anhelos de sultana,
rumor de rosa.
Torre de oro y peineta,
blanca mantilla.
Regio, el Guadalquivir
cruza Sevilla.
La Macarena
a la Giralda enseña
su tez morena.
alto Almanzora.
Mónsul y Media luna...,
arena mora.
En tu bahía,
y en tu roja Alcazaba
sueño, Almería.
Carnavales de Cádiz...
sentir de azahar.
Jicarilla de plata
templada al mar.
Flores de mayo
aldabean tus campos
y tus caballos.
Tiene tu serranía
miel de romero.
Campaneo de fiesta
en tu sombrero.
Luz de alminares;
Córdoba y su mezquita
en mis cantares.
Generalife y Alhambra,
embrujos moros.
Entre el Darro y el Genil.
corren tus lloros.
Luce Granada
de tomillos y nieve
Sierra Nevada.
Tierra llana, medialuna,
gitana bella.
De azófar el Río Tinto
pintó tu enseña.
Junto a tu parra,
Huelva, son de fandango,
eres guitarra.
Cimbra de San Lorenzo,
trigos y olivos.
Guarda Sierra Morena
vientos cautivos.
Entre alfajores,
Jaén; jara y romero,
viste de flores.
San Pedro de Alcántara
sol y verdiales
Miramar y Alcazaba...,
sentimentales.
Málaga hermosa;
anhelos de sultana,
rumor de rosa.
Torre de oro y peineta,
blanca mantilla.
Regio, el Guadalquivir
cruza Sevilla.
La Macarena
a la Giralda enseña
su tez morena.
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Romancillo del niño que todo lo quería ser.
El niño quiso ser pez;
metió los pies en el río.
Estaba tan frío el río
que ya no quiso ser pez.
El niño quiso ser ave;
se asomó al balcón del aire.
Estaba tan alto el aire
que ya no quiso ser ave.
El niño quiso ser perro;
se puso a ladrar a un gato.
Le trató tan mal el gato
que ya no quiso ser perro.
El niño quiso ser hombre;
le estaban tan mal los años
que ya no quiso ser hombre.
y ya no quiso crecer,
no quería crecer el niño
se estaba tan bien de niño,
pero tuvo que crecer.
Y una tarde, al volver
a su placita de niño
el hombre quiso ser niño
pero ya no pudo ser.
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EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubios cabellos
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubios cabellos
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Bajan la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubios cabellos
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubios cabellos
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubios cabellos
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubios cabellos
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!.
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!.
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.
La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.
Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros.
del seminarista de los ojos negros.
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Un recuerdo
Dime por favor donde no estás
en qué lugar puedo no ser tu ausencia
dónde puedo vivir sin recordarte,
y dónde recordar, sin que me duela.
............
Dime por favor en que vacío,
no está tu sombra llenando los centros;
dónde mi soledad es ella misma,
y no el sentir que tú te encuentras lejos.
.........................................
Dime por favor por qué camino,
podré yo caminar, sin ser tu huella;
dónde podré correr no por buscarte,
y dónde descansar de mi tristeza.
............................
.
Dime por favor cuál es la noche,
que no tiene el color de tu mirada;
cuál es el sol, que tiene luz tan solo,
y no la sensación de que me llamas.
..........................
Dime por favor donde hay un mar,
que no susurre a mis oídos tus palabras.
.............................
Dime por favor en qué rincón,
nadie podrá ver mi tristeza;
dime cuál es el hueco de mi almohada,
que no tiene apoyada tu cabeza.
................................
Dime por favor cuál es la noche,
en que vendrás, para velar tu sueño;
que no puedo vivir, porque te extraño;
y que no puedo morir, porque te quiero.

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El ángel de los niños
Cuenta una antigua leyenda que un niño que estaba por nacer, le dijo a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la Tierra; pero ¿Cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando: él te cuidará.
- Pero dime: aquí en el cielo, no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
- Y ¿cómo entender que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar, y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.
- Y ... ¿qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu ángel te juntará las manitos y te enseñará a orar.
- He oído que en la Tierra hay hombres malos ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.
- Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
- Tu ángel te hablará de Mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque Yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso, repetía suavemente:
- Dios Mío, si ya me voy dime su nombre. ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tú le dirás: Mamá.
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Cuando el SOL y la LUNA se encontraron por primera vez se enamoraron
perdidamente y desde ahí comenzaron a vivir un gran amor.
El mundo aun no existía y el día que Dios decidió crearlo, les dio un toque
final… ¡el brillo!
Dios decidió que el SOL iluminaría el día y que la LUNA iluminaría la noche y
por ese motivo estarían obligados a vivir separados.
Ambos fueron invadidos por una gran tristeza y cuando se dieron cuenta que nunca
más se encontrarían…
La LUNA fue quedándose cada vez más triste.
A pesar del brillo dado por Dios, ella se sentía sola.
El SOL a su vez, había ganado un titulo de nobleza “ASTRO REY” pero eso
tampoco le hizo feliz.
Dios viendo esto los llamó y les explicó:
Tú, LUNA, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y
serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías.
En cuanto a ti SOL, mantendrás ese título porque serás el más importante de los
astros, iluminar la Tierra durante el día, darás calor al ser humano y solo eso
hará a las personas más felices.
La LUNA mas triste se puso con ese cruel destino y lloró amargamente y el SOL al
verla tan triste, decidió que no podría ser débil, ya que debía darle fuerzas y
ayudarla a aceptar lo que Dios había decidido.
Aun así, el estaba tan preocupado que decidió pedirle algo a Dios:
Señor, ayuda a la LUNA por favor, es mas frágil que yo, no soportará la
soledad…
Y Dios… en su gran compasión… creó las estrellas para hacerle compañía a la
bella LUNA.
La LUNA siempre que esta muy triste recurre a las estrellas que hacen de todo
para consolarla, pero casi nunca lo consiguen.
Hoy ambos viven así… separados, el SOL finge que es feliz, y la LUNA no puede
disimular su tristeza.
El SOL arde de pasión por ella y ella vive en las tinieblas de su pena.
Dicen que la orden de Dios era que la LUNA debería de ser siempre llena y
luminosa, pero no lo logró… porque es mujer y una mujer tiene fases… Cuando es
feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante, ni siquiera es
posible apreciar su brillo.
LUNA y SOL siguen su camino. El solitario pero fuerte y ella, acompañada de las
estrellas, pero débil.
Los hombres intentan constantemente conquistarla, como si eso fuese posible.
Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás
ha conseguido traerla hasta la tierra, nadie realmente ha conseguido
conquistarla por más que lo intentaron.
Sucede que Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese realmente imposible,
ni siquiera el de la LUNA y el SOL… fue en ese instante cuando El creo el
Eclipse.
Hoy SOL y LUNA viven esperando ese instante, esos momentos que les
fueron concedidos y que tanto cuestan que sucedan.
Cuando mires al cielo, a partir de ahora y veas que el SOL cubre a la LUNA es
porque el SOL se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor
al que se le dio el nombre de Eclipse.
Es importante recordar que el brillo de su éxtasis es tan grande que se aconseja
no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor.
Ahora ya sabes… esta es la bella historia del SOL y la hermosa LUNA, esa
historia que fue capas de erizar tu cuerpo al pensar que puede ser tu historia
de amor…
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Mª del Carmen
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Que sería de la vida sin el amor¡¡,el amor nos guia, el amor nos llena.
El amor es alegría plena¡¡, cuando estas amando vives¡¡ todo es
es hermoso si hay
AMOR...
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Mª del Carmen
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es
Es cierto que a veces, no siempre el primero es el mejor....
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Mª del Carmen
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Esto es tan real como la vida misma, crudo, triste....pero real







